El Lanín
Si un punto es clave dentro de la nueva movida, ese es el Pasaje Lanín. Cuatro cuadras de callecitas empedradas y pintorescas fachadas de azulejos y mosaicos venecianos hicieron que se triplique el valor de la propiedad y que se lo declare patrimonio cultural desde la Secretaría de Cultura Porteña. Peatonal los fines de semana, lo atractivo no es sólo la belleza de todo el pasaje, sino el movimiento casi constante que hay. En febrero último, por ejemplo, se abrió la vinoteca La Ingrata en la parte de abajo del Barracas Central (cuyo plan a futuro es generar una movida cultural en toda su planta baja) Paredes amarillas, mucha madera y bossa nova de fondo, ayudan a crear un clima bien cálido a la hora de probar los ahumados, los excelentes vinos boutique y esos desayunos que incluyen medialunas, tostadas y dulces caseros del norte y del sur. Los jóvenes dueños (Florencia y Lucas) montaron también una fotogalería con ayuda del artista plástico Marino Santa María, responsable de toda la remodelación del Lanín. Desde su atellier, a la altura 33 del pasaje, este hombre que alguna vez fue rector del Bellas Artes y mentor del IUNA, plantea: «La obra es el espacio, las intervenciones urbanas son obras de arte: yo no hago más que sumarme al interés que hay en el mundo por el arte fuera del museo«. ¿Y por qué Barracas? «Rilke decía que lo verdadero es lo que queda de la infancia. Para mí pintar esto fue como pintar el patio de juegos: yo jugaba en esta calle«. Por si fuera poco, Santa María también montó el Museo de arte al aire libre que se inaugura este mes en el paredón que está bajo el Ferrocarril Metropolitano (ex Roca) con obra digitalizada de 33 artistas (Rogelio Polosello, Josefina Rovirosa y Clorindo Testa, entre otros) y planea armar el proyecto Efímera en el mes de junio: arte que desaparecerá con el tiempo y que estará justo debajo del puente. El debut, asegura, será con León Ferrari.
Barracas arty
El otro gran foco de artistas está en el edificio Central Park, construido donde antes estaba Fabril Financiera. La fachada entera es un cuadro en sí misma: una paleta entera de brillantes colores que estuvo a cargo de Pérez Célis. «En Recoleta esto hubiera sido un mamarracho, pero en este barrio tan gris vino a revitalizar la zona» dice Bernardo Fernández, presidente de la firma y responsable de semejante jugada. Con un banco interno, piscina y bar–restaurante, aquí conviven en perfecta armonía las oficinas de los empresarios con los talleres de los mejores artistas: Welss, Corvino, Kutica y el mismo Perez Celis antes de mantenerse alejado de la actividad por su delicado estado de salud. En el subsuelo, además, hay un Museo de la Balanza asociado a ISASC (Internacional Society of Antique Scale Collectors), inspirado en Museos de colecciones privadas y objetos cotidianos de Inglaterra, de Avery, Holanda, Modena y Francia. La entrada es totalmente gratuita (por ahora con previa reserva telefónica) y está próximo a un relanzamiento mentado por la diseñadora Mónica Van Asperen y la asesora cultural Erika Escoda.
Turismo alternativo
Los tours más originales ya incluyen a Barracas en sus recorridos. Lucas Rentero, uno de los creadores de Eternautas, una empresa de turismo cultural, ofrece recorridos apartados del tradicional circuito turístico. El público que consume el tour (local y extranjero) tiene «un fuerte interés en la historia urbana y la cultura de Buenos Aires«. Entre otros lugares, pasan por la Estación Irigoyen, el puente Bosch, la Estación Solá, el Lanín y el antiguo Almacén de Pescado, sin perderse visitas a históricos bares notables como El Progreso y Sur. En definitiva, todo esto muestra que si bien hay zonas que siguen abandonadas y todavía quedan cosas que hacer, con semejantes puntos de arranque de acá a un par de años Barracas será totalmente distinta.